Considero que los cinco gigantes de la poesía en español del Siglo XX son, en orden alfabético. Porfirio Barba Jacob (Colombia), Jorge Luis Borges (Argentina), Federico García Lorca (España), Pablo Neruda (Chile) y Octavio Paz (México), todos fallecidos, que en vida fueron hombres complejos, fascinantes, sensitivos, amados u odiados, con frecuencia epicentros de apasionadas controversias. Y admito abiertamente la influencia de cada uno de ellos en mi propia trayectoria poética.
En mayo del 2012, García Lorca (Granada, 1898-1936) vuelve a estar en el candelero como tantas veces en su vida. Repasemos brevemente sus antecedentes. Muy joven se trasladó de Granada a Madrid para sus estudios universitarios y \allí comenzó a descollar como poeta y dramaturgo, codeándose con escritores y artistas de la talla de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Salvador Dali, Luis Buñuel y otros integrantes de la Generación del ’27, a la cual perteneció, y que hizo historia len la España Republicana. Sus romances sobre temas folklóricos andaluces (los gitanos, los bandidos, el cante jondo, los toreros) lo afianzaron como poeta de raigambre popular. Demostró además enorme versatilidad lírica al incursionar en el surrealismo en “Poeta en Nueva York” (1929/1930). De familia socialista, en política era de ideas liberales, y todavía más grave, fue uno de los primeros gays que “emergió del ropero” en una España reaccionaria que se precipitaba hacia la Guerra Civil, la cual que daría paso a la férrea dictadura de Franco que duró medio siglo. Todas estas circunstancias, más un poema suyo que la temida Guardia Civil consideraba lesivo a su honor, sellaron la suerte de García Lorca: en uno de los primeros actos de la guerra, en la madrugada del 19 de agosto de 1936, sicarios franquistas lo arrestaron y. junto con otros “conocidos revoltosos rojos” lo fusilaron por la espalda y enterraron en una fosa común que permaneció secreta hasta que unos arqueólogos la localizaron en 2009. Antonio Machado exclamó furibundo en un poema: “¡El crimen fue en Granada ,en su Granada!”
Porque me fascinan las proyecciones astrales, me pregunto: ¿dónde andaba yo ese fatídico 19 de agosto? Pues tenía 15 años y aprendía el oficio de reportero trabajando durante el verano en el diario Telegram de Worcester, Massachussets, e iba de paseo en automóvil por Cape Cod con dos de mis maestros del periódico, Ernie LaBranche y Paul Johnson. En ese momento ignoraba por completo la existencia de García Lorca, a quien descubriría tres años después al hojear por azar su “Romancero Gitano” en la biblioteca de Dartmouth College.
Tras de este paréntesis personal, vuelvo a nuestro personaje central. En mayo de 2012, está cobrando nueva actualidad la vida y obra de García Lorca a raíz de la publicación de la biografía novelada “Los amores oscuros” del periodista español Manuel Francisco Reina, de 38 años de edad, que contiene revelaciones selladas durante más de 70 años sobre el amor apasionado que compartieron el poeta granadino con otro poeta de Albacete, Juan Ramírez de Lucas, que en 1935 tenía tan sólo 19 años. Ambos pactaron huir juntos a México, lejos de los prejuicios homofóbicos de una España retrograda, pero Juan era aun menor de edad y no podía obtener pasaporte sin permiso de sus padres, franquistas furibundos. Decidieron esperar, y el estallido de la Guerra Civil y el asesinato de Federico sellaron su suerte.
Juan superó ambas tragedias, y durante los años depostguerra, régimen franquista y restauración eventual de la república democrática, descolló en calidad de poeta, crítico de arquitectura y coleccionista de arte popular hasta su muerte en 2010 a los 93 de edad. En su fuero íntimo habría de guardar siempre el culto y la nostalgia de su idilio con Federico.
Al raíz de la reciente autorización de la Fundación Lorca para que se divulguen públicamente los archivos sellados durante siete decenios, han aparecido cientos de cartas, poemas, dibujos, diarios, fotos y otros materiales de enorme valor para los investigadores lorquianos de España y otros países. Entre los poemas figura el Romance dedicado por Federico a Juan que incluyo en esta columna: el original en español y mi actual versión libre en inglés.